Cierra los ojos y piensa en una marca, la primera que te venga a la cabeza. Ahora piensa en lo que vende, transmite, en sus valores, en sus cimientos. Piensa también en su logo, color, forma, tipografía… Seguramente esa marca pertenezca a un producto que tradicionalmente se ha comprado y vendido: zapatos, chocolate o coches. Pero ¿qué pasa con las ciudades? ¿acaso no tienen una marca?
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