Cierra los ojos y piensa en una marca, la primera que te venga a la cabeza. Ahora piensa en lo que vende, transmite, en sus valores, en sus cimientos. Piensa también en su logo, color, forma, tipografía… Seguramente esa marca pertenezca a un producto que tradicionalmente se ha comprado y vendido: zapatos, chocolate o coches. Pero ¿qué pasa con las ciudades? ¿acaso no tienen una marca?
Ya en las Exposiciones Universales del siglo XIX encontramos los primeros casos de este fenómeno, cuando las autoridades comprendieron la importancia de la imagen que una ciudad proyecta.
El city branding pretende convertir una ciudad en un destino. Se trata de asociar unas ideas o características a una ciudad y, de este modo, dotarla de personalidad y transmitir una imagen positiva.
Pero la identidad de una ciudad también necesita una imagen gráfica y un slogan que condense y transmita ese espíritu y valores que hacen de ella un lugar ideal para vivir o visitar.
De poco sirve una buena estrategia si ésta no crea impacto. Y menos aún un bonito logo sin acciones que lo sustenten.
Uno de los ejemplos más sobresalientes tanto de city branding como de imagen gráfica que lo represente es la famosa campaña “I love NY”. En los años 70, Nueva York consideró el turismo como la mejor estrategia para recuperarse de la crisis económica y social que sufría la ciudad. Para ello, Milton Glaser diseñó un logo que, casi 40 años después, sigue siendo el símbolo de Nueva York.
Son muchas las ciudades que, conscientes de la importancia que tiene una buena imagen gráfica, deciden apostar por un plan que les impulse a tener mayor alcance.
Este es el caso de Melbourne. Tomando como base la letra M, han creado todo un sistema de variantes muy acorde con el espíritu de diversidad y dinamismo de la ciudad. Un modo de agrupar infinidad de submarcas para potenciar el conjunto.
Más reciente es el ejemplo de Oporto. Su objetivo es plasmar las múltiples percepciones de la ciudad que tienen sus habitantes. Existen muchas formas de vivirla, por lo que al logotipo se le unen diferentes iconos que representan todas las facetas de Oporto. Estas imágenes, relacionadas con los monumentos, transporte, gastronomía… se mezclan y entrelazan para crear una marca variable y múltiple, todo ello con base en los famosos mosaicos de azulejos de la ciudad portuguesa.
En Amsterdam tenemos un gran ejemplo de juego de palabras. “Yo soy Amsterdam” es un mensaje claro y conciso que apela al sentimiento de pertenencia a un lugar.
A pesar de la importancia del city branding y los intentos por parte de algunas ciudades por tener una buena estrategia de comunicación, en España aún queda bastante camino por recorrer en este tema.
Podríamos destacar Barcelona como una ciudad que ha sabido aprovechar sus puntos fuertes, así como importantes eventos que han tenido lugar ella (los Juegos Olímpicos de 1992), para proyectar una imagen de sí misma que vaya más allá de nuestras fronteras.
Poco a poco vamos tomando conciencia de lo que significa el city branding. Una ciudad no es solo un producto, como un teléfono o un pantalón,si no que es un espacio de convivencia que ha de procurar el confort tanto de sus habitantes como de sus visitantes.
Confort al que una buena imagen gráfica puede contribuir más de lo que imaginamos.
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Campañas de Marketing.26 enero, 2016
Departamento de Diseño de Gestazión